Ilka Oliva Corado.
Crecí entre lodazales, polvaredas y láminas oxidadas. Mi infancia fue un poema herido e increíblemente hermoso.  Crecí en el corazón de una  alcantarilla marginada que tenía un idilio con la aldea y el zacatal. Rodé entre barrancos y trepé árboles frutales, corrí entre surcos de milpa y hortalizas y también caminé en el largo bulevar de mi gran amor, tantísimos amaneceres.

Mis tardes fueron pobladas por atardeceres color flor de fuego y cielos cenizos que dormían en los brazos de las montañas verde botella, de San Lucas Sacatepéquez. Crecí pastoreando cabras y coches. Me acompañaron en  la frágil edad de la inocencia: grillos, ronrones, luciérnagas y chicharras. Gallinas habadas, patos y la  parvada de loros verdes que alegraban las mañanas cuando surcaban los cielos, volando en libertad.  Fue poesía el  musgo blanco que guindaba  de los cipreses y pinos en  la aldea El Calvario, para la época del frío.
Crecí con el tiempo en contra, en las urgencias y las penas del trabajo, la casa, la crianza de los cumes y la escuela. Maduré de golpe en varios aspectos de mi vida, me hice adulta mientras cargaba mi hielera al hombro, largas horas bajo el sol y el torrencial;  en otros como por rebeldía y sobrevivencia me quedé siendo niña, para resguardar la magia de la inocencia en la edad de la ensoñación.
Mis juegos infantiles no tuvieron que ver con muñecas, carros ni juegos electrónicos, lo mío fue el campo y el lodazal. Chamuscas de fútbol que me tocaba pagar con cuero vivo cuando mi mamá me chicoteaba por el atrevimiento, todos los días. Y se volvió la pasión de mi vida, por la intimidad y la complicidad.
Borracheras interminables en la edad de la adolescencia  y una cantina que fue el refugio del cipotal del arrabal. Las calles abiertas que abrazaron nuestra frustración de parias, escape  de las limpiezas sociales y defensa de la alegría. Cuando había comida era lujo sopear las tortillas con caldo de frijoles, cuando no, doblarlas con sal.  Hacer malabares para que las 24 horas del día nos alcanzaran con todo lo que había qué hacer en la casa.
No recuerdo un solo minuto sentada haciendo las tareas escolares, las hacía caminando mientras ordeñaba las cabras, limpiaba el chiquero, el gallinero o barría el patio. En un pedazo de papel apuntaba lo que creía importante del resumen de la unidad y me lo llevaba para leerlo en el camino, mientras cargaba en el hombro  la hielera hacia La Fresera, el mercado o la aldea.  O cuando íbamos al Destacamento militar de El Calvario, atravesándonos la aldea entre los surcos de hortalizas y árboles frutales, para ir a vender helados, chocobananos, pupusas de chicharrón y atol.
En la carencia y los estragos de la miseria despertó mi imaginación y para la época navideña pedía un doble litro de agua gaseosa fiado en la abarrotería de la esquina de la cuadra, y hacía rifas en el mercado entre los vendedores, vendía el número a 25 centavos, con eso lograba pagar el doble litro y me quedaba para ir ajustando para comprar los útiles escolares en enero.
Para Navidad hacía adornos navideños con papel que me fiaban en la miscelánea del mercado y los vendía junto con los helados. Había hambre, carencia de calzado, ropa y útiles escolares. Dos cumes que empezaban a caminar y la angustia de que no les faltara nada, para que ellos no tuvieran que vivir la crudeza que nos tocó a sus hermanas mayores. Fuimos madres sin parir, sin desearlo, nos cayó de golpe en la infancia y la responsabilidad nos robó la niñez.
Cuando la venta no caminaba les ofrecía helados a los vendedores en el mercado, la mayoría había migrado de Sololá, Toconicapán, San Marcos y Huehuetenango, todos indígenas, vivían en el Asentamiento, habían invadido lotes. Cuando me compraban me repetían mirándome fijamente a los ojos: vos tenés que salir de aquí, tenés que ir a la escuela y a la universidad, tenés que hacerlo por vos y por nosotros. Nunca lo olvidé, y las mañanas largas en las que en la rutina estaba esconderme del cobrador porque me tiraba los helados a la basura, por no tener puesto fijo y pararme en el corredor; yo viaja en el tiempo a lugares remotos y las nubes eran mi transporte, me iba lejos, muy lejos.
El repartidor de periódicos fue quien me permitió leer, todos los domingos me dejaba fiada la Prensa Libre por mi fascinación a la Revista Domingo, me devoraba las hojas y soñaba con las historias que ahí leía. Algunas veces le pagaba y en otras le daba helados a cambio y él fiel, puntual, arisco y paria me dejaba el periódico y se le iluminaban los ojos cuando veía mi alegría al recibirlo.
Ningún letrado jamás puso un libro en mis manos, en cambio fue un voceador de periódicos, padre de cinco hijos que días trabajaba de ayudante de camioneta, de recogedor de basura, días vendía licuados de frutas, en otros de ayudante de herrero y todas las madrugadas de voceador de periódicos.
Crecí con las carencias de la miseria y la exclusión social. Vengo de una de las  alcantarillas más profundas de los arrabales guatemaltecos, donde se respira migración forzada, abuso policial y limpiezas sociales. Donde la hambruna y el olor a muerte ronda en las noches y las madrugadas. Donde el agua potable es un anhelo. Donde la droga es una salida emergente. Donde abundan los niños huele pega, abandonados, golpeados y heridos, más en el corazón que en la carne.
Vengo de la carne viva de la exclusión social, he bebido la hiel de la miseria y en mi piel habitan putrefactos, innumerables duelos que nunca realicé; porque no había tiempo de llorar a los muertos cuando se peleaba por la vida en la marginación de la periferia. Siempre he sido  intrusa, maloliente y puta sidosa  para una sociedad clasista, racista e inhumana que trata de clicas criminales a la infancia y adolescencia de arrabal.
En los años de miseria y de interminables necesidades económicas, en mi edad de niña débil y asustada y en mi adolescencia difícil,  lo único que recibí de los letrados fueron maltratos, insultos y señalamientos por mi origen de arrabal, por mi color de piel y por mi oficio de vendedora de helados.
En cambio quienes sabían mi nombre eran los niños huele pega, los mareros, las putas sidosas, los choferes de camioneta, los niños que recogían basura y los vendedores de mercado. Las niñas y  mujeres que bajaban de la aldea a vender sus hortalizas. La María del Tomatal. El repartidor de periódicos y los borrachos de la cantina Las Galaxias; refugio de los enajenados.
Para los letrados capitalinos siempre fue la heladera,  que estorbaba cuando se paraba en la salida de la universidad de San Carlos, cuando tenía 12 años, a vender sus helados. Con la ilusión y la promesa de que un día saldría egresada de esa misma universidad. Esa misma heladera que se paraba en la salida de la Municipalidad y que estorbaba a los trabajadores, cuando ofrecía con anhelo, fatigada y a la fuerza sonriente, sus helados.
La misma niña  que se paraba en la entrada del Irtra de la avenida Petapa, a ofrecer sus helados mientras veía cómo otros niños se divertían adentro.  Que corría atrás de los buses para que le permitieran subir en la avenida Bolívar y ofrecer sus helados. La niña inocente que caminaba con la espalda jorobada por el peso de la hielera, que se paraba a la salida de las empresas de trasportistas y que sacaban a empujones porque estorbaba.
De ahí vengo, del hambre, de la miseria, de la carencia, de la exclusión. De la depresión profunda que llama al suicidio,  a la migración y la drogadicción.  
No tuve oportunidad de leer libros y mucho menos hacerlo un hábito, leer es una pérdida de tiempo en un arrabal en el que la infancia trabaja para intentar subsistir. Los libros los conocí de grande, ya mulona cuando estudiaba magisterio de Educación Física. Tengo el hábito de la lectura pero leo muy poco, porque aún a pesar de los años me sigue costando mantener la atención en una sola cosa durante mucho tiempo. Lo único que logra mantener mi atención es escribir, y  mi escritura es absolutamente catártica. Es un viaje a mis adentros y a la ansiedad de mis emociones.
Por ventura de la vida y del destino, -tal vez, quiero creer- terminé escribiendo. Y escribo poesía que es mi expresión más transparente. Y escribo relatos y artículos  de opinión. Pero no soy periodista y mucho menos  analista internacional, como muchas veces me tratan, escribo nomás. Escribo porque sino lo hago me ahogo en mis propios laberintos emocionales, porque por dentro soy un huracán.
No pertenezco a ningún club de poetas, periodistas o escritores. No me codeo tampoco con este tipo de personalidades. No  me gusta, le huyo a ese mundo donde me siento incómoda y fuera de lugar. No asisto a recitales ni a exposiciones de ningún tipo. No acepto dar conferencias ni nada parecido. Escribo nomás y suelto mis letras al viento, desde la ventana de mi bitácora para que libres se alejen de mí y encuentren su propio destino.
No me gusta escribir con palabras rebuscadas, no me interesa aparentar lo que no soy, no me interesan los aplausos, las felicitaciones  y mucho menos las lisonjas. No me interesan los contactos importantes. Lo importante para mí está en otro lugar muy lejos de la academia y sus males.
Mi expresión es natural del arrabal, del pueblo y de la aldea, es propia del mercado y así la mantendré hasta que el día de mi muerte. Es lo mío,  es lo que me protegió en mi infancia, fue el abrigo en mi adolescencia y es mi identidad. No tengo por qué ocultar lo que soy. No tengo por qué escribir para trata de quedar bien con nadie. Muchos menos con la academia.
Cuando escribo, viene a mi mente La María del Tomatal, los vendedores del mercado diciéndome  comprándome los helados, y repican con eco de nostalgia sus palabras. Mis amigos recogedores de basura, las niñas maquiladoras, los niños huele pega.  Viene a mi mente el olor propio de mi arrabal, la añoranza de la arada y verde profundo de las montañas que embelesaron mi infancia.  Y solo eso necesito para saber cuál es mi lugar en la vida y cuál es mi postura política cuando escribo y por quiénes voy a dar la cara y a poner el pecho hasta el día de mi muerte.
Y escribo así, natural, transparente para que un día si mis letras llegan a sus manos sepan que no los traicioné, que sus palabras se quedaron en mi corazón y para que entiendan en lenguaje propio lo que los letrados escriben con atavío de clase. Para que sepan que una de ellos está y está por ellos. Para que el voceador de periódicos sepa que su semilla floreció. Y que escribo nomás con la dignidad de ser una vendedora de mercado.

Para mi alma mater, el mercado de  Ciudad Peronia y para mi gran amor.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
11 de octubre de 2016, Estados Unidos.
 Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/10/11/sin-pedigri/

Ilka Oliva Corado.
 
A la Violeta me la presentó otro de mis grandes amores, la Mercedes Sosa, a La Negra la conocí por casualidad. Quisiera decir con cierta presunción y por romanticismo que a la gran Mercedes la conocí en mis tiempos de universitaria, o que fueron los Guaraguao los que en alguna declaratoria de Huelga de Dolores en la Universidad de mis amores me presentaron a la Violeta Parra con "Me gustan los estudiantes."

Ilka Oliva Corado.

Cuando vivía en Guatemala escuché decir a una madre de familia, refiriéndose a una jovencita que trabajaba en un bar (en Guatemala se le llama bares a centros nocturnos parecidos a las cantinas donde también se ofrece el servicio sexual, también llamados prostíbulos)  de mesera y había tenido tres hijos de distinto padre, era mamá soltera: "esa está ahí porque es una puta y le gusta el pico".

Las mujeres que participaban de la conversación, todas madres de familia, casadas por la iglesia y por todas las leyes, secundaron el comentario y también despotricaron contra la jovencita, a la que cuando miraban saludaban amablemente de beso y abrazo y llamaban sobrina. Yo que no me puedo quedar callada ante injusticias así, pregunté: ¿y ustedes no son putas y no les gusta el pico? Pero es aparte, nosotras estamos casadas, somos mujeres de la casa. ¡Todas somos putas, casadas o no!
La jovencita había emigrado de su pueblo natal a la capital para trabajar como empleada doméstica,  en su pueblo se había enamorado de un patán que cuando la embarazó huyó cobardemente, cuando ella tenía 15 años. Sus padres la echaron de la casa, con  un hijo qué mantener se fue en busca de trabajo.  En el camino,  sola,  sin conocer a nadie en la capital, deprimida, angustiada,  cayó en una de esas redes de trata que la engañó ofreciéndole techo y comida, aparte de un trabajo; fue a dar a un bar. Conocidos decían que la habían visto trabajando como sexo servidora y no como mesera. "No estaba a la fuerza", porque ella salía y viajaba a su pueblo a ver a sus hijos.  La suya era una modalidad de esclavitud sexual tan común en el mundo.
Pregunto, ¿qué hacían metidos en un bar, hombres padres de familia, casados? ¿Y encima alardeando con sus esposas, sobrinos e hijos sus andanzas en bares?  
Un buen día cuando mi hermano empezó a desarrollar llegó mi papá con sus once ovejas, le dijo que se alistara porque se lo iba  a llevar a un bar para que se hiciera hombre, mi hermanito tendría unos 12 o 13 años. Mi padre lo dijo tan quitado de la pena enfrente de su esposa y sus hijas, como si de comida  hubiese estado hablando. Mi mamá y mi hermana mayor no dijeron nada, la que brincó fui yo, ¡pues entonces también lleváme a mí para que me hagan mujer!, ¡sobre mi cadáver que te llevás a mi hermano a violar niñas! Aquello fue una discusión en la que mis papás terminaron gritándome: ¡loca de mierda! No sé si mi papá llevaría en el transcurso de los años  a mi hermano  " a que se hiciera hombre"  a un bar, solo ellos lo saben.
Los hombres de mi familia, contando desde mi abuelo hasta mis primos, (imagino que mi hermano también aunque me niegue a aceptarlo) desde que tengo memoria visitan bares, y ha sido aceptado y visto como normal por las mujeres de mi familia que, como salvedad dicen: el hombre es de una de la puerta de la casa para adentro, de la puerta de la casa para afuera es de la calle, con que no nos peguen enfermedades es todo. Es por eso que la mayoría tiene hijos fuera del matrimonio, (a los que no reconocieron, por supuesto) su número galán de amantes y sus visitas habituales a los bares a donde van a dejar buena parte del salario a fin de mes.
Escribo esto no para satanizar a mi familia, lo escribo como ejemplo de una sociedad patriarcal de la que también somos parte. La trata de niñas, niños, adolescentes y mujeres no existiría si los clientes no serían nuestros hombres: padres, amigos, hermanos, compañeros de trabajo, jefes, hijos, abuelos.  Y las mujeres en baños de pulcritud y virginidad no tacháramos a  otras de putas y las dejáramos a su suerte.
El otro día estaba en una reunión social, conversaba con un grupo de hombres que se llaman así mismo revolucionarios y que se saben la historia política del continente de memoria,  y que muy Fidelistas, Chavistas y Guevaristas, al finalizar se despidieron porque iban todos para un bar y no querían llegar tarde porque sino otros les ganaban a las jovencitas nuevas que llegan cada sábado.  ¿Es de vómito verdad?
Cuando estudiaba en la universidad un buen grupo de compañeros, futuros profesionales (muchos ellos ahora son docentes universitarios) se iban todos los viernes al bar que quedaba al final de la cuadra, decían que con las "putas" del bar podían hacer lo que con sus novias no. ¿Qué puede hacer un hombre con una mujer que está en un lugar para ser maltratada y humillada? Somos nosotros como sociedad de consumo.
Cuando ejercía el arbitraje en Guatemala y nos tocaba dirigir en los departamentos y nos tocaba dormir allá, muchos de mis compañeros la noche anterior al juego se iban al bar del pueblo, a buscar jovencitas, allá se juntaban con los jugadores. El domingo salían en televisión impecables, como jueces imparciales y dignos. Los jugadores como las estrellas inalcanzables. Y eso sucede también a nivel internacional, los árbitros del país anfitrión cuando hay torneos o juegos internacionales, lo primero que hacen como cortesía y bienvenida es llevar a los árbitros a casas de citas de abolengo.  Somos nosotros como sociedad de consumo.
Podría poner mil ejemplos, y sé que ustedes también como lectores tienen miles de ellos, la trata existe porque somos nosotros la sociedad que la consume. En este artículo hablo expresamente de la trata con fines de explotación sexual, pero también existe con fines de explotación laboral y tráfico de órganos.
Y somos insensibles ante esto que debería ser nuestra mayor vergüenza como humanidad, porque con las víctimas no existen los lazos de sangre. Porque no son nuestras hijas, hermanas, amigas, madres. Porque somos egoístas y creemos que solo es importante quien está dentro de nuestra burbuja y zona de confort. Porque no hemos entendido aún que este mundo no va a cambiar sino cambiamos nosotros. Porque la indolencia y la perversidad nos corroe. La mojigatería y la deshumanización se han apoderado de nosotros (cuando nos conviene).
¿Qué sociedad permite la existencia de bares y casas de citas? ¿Qué sociedad permite la existencia de las redes de trata con fines de explotación sexual, laboral y tráfico de órganos?
Somos nosotros quiénes lo permitimos, somos la sociedad de consumo. Unos por hacer y otros por callar. Qué haríamos si un día en cualquier circunstancia nos encontramos con un niño, niña, adolescente o mujer que nos diga: ayúdame, soy víctima de trata?
Es lo que muestra el documental (4.55 minutos de duración) Eschúchame. Creado para la concientización de la sociedad de consumo. O las película Evelyn, Trade, La mosca en la ceniza, La jaula de oro,  La vida precoz y breve de Sabina Rivas. Y tantas otras...

Audio: https://soundcloud.com/ilka-oliva-corado/escuchame-soy-victima-de-trata
 Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/07/31/escuchame-soy-victima-de-trata/
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31 de Julio de 2016, Estados Unidos.

 

Mis amores, les comparto el vídeo de la entrevista que me realizaron el día jueves 24 de agosto,  en  Televisión Pública de Ecuador.

En ella me conocerán un poquito más.  Un conversación en la que me sentí muy cómoda, sería por la gentileza del entrevistador, el periodista ecuatoriano Abraham Verguda y presentador del programa El mundo al revés, que tuvo la paciencia para dejarme expresar a mí manera y en mi tiempo.

Hay mucho qué decir de la migración forzada, del patriarcado, del racismo. De la exclusión, de la homofobia, del neoliberalismo. Y todas las voces son necesarias e importantes, desde todos los rincones del mundo, desde todos los niveles de las clases sociales. Porque este mundo lo habitamos todos y a todos nos incumbe transformarlo para hacerlo mucho más humano.

Agradezco el espacio de proyección que me brindara la Televisión Pública de Ecuador, para expresarme como indocumentada y mil oficios, antes que nada. Que sea en tiempo de Rafael Correa lo hace mágico. Mi agradecimiento a mi afecto al pueblo ecuatoriano por sus innumerables muestras de cariño. Mi amor y mi lealtad a los pueblos  que me abrazan, me cobijan y  me arrullan con ternura, en cualquier rincón del mundo.

En cuanto a la entrevista no salgo del asombro,  Abraham Verduga realizó un trabajo de producción extraordinario. Ríanse de mí pero la he visto como 5 veces y no creo aún que sea yo la que esté en Televisión Pública de Ecuador.

Gracias a la migración soy  una nadie universal. Tengo mucho qué agradecerle a ese desierto; abrió los horizontes para que mis alas los pudieran surcar.  Soy de todos lados, todos los pueblos habitan en mi piel, el destierro borró todas las fronteras y abrió las puertas a mi expresión.  Y desde la alcantarilla mi letra alza el vuelo para viajar en la libertad del viento.

Dedicado con amor a los parias, a los vendedores de mercado y a los inmigrantes indocumentados del mundo entero. A mi natal Comapa y a mi gran amor, Ciudad Peronia. Y mi reverencia y mi gratitud, por siempre a mi Alma Mater, el mercado de Ciudad Peronia. 

 

https://www.youtube.com/watch?v=bbJY2wMkNQ8

 

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/08/27/entrevista-en-television-publica-de-ecuador/

Ilka Oliva Corado.

No acostumbro a publicar nada que no sea de mi autoría en mi blog, pero de vez en cuando, dependiendo la importancia hago excepciones, como es el caso de hoy. Y digo importancia no porque este texto se trate de una reseña de mi trabajo, sino por la extraordinaria labor de la estudiante de periodismo que la hizo; que pudo captar la esencia de mis palabras. Es la reseña más original que han realizado de mi trabajo hasta este momento.

Ilka Oliva Corado.

Me pregunto a dónde se está yendo el sentido común de las personas, ¿qué está sucediendo con la inteligencia natural y la capacidad de raciocinio? Nos estamos dejando llevar por lo que nos imponen  las grandes corporaciones de la mediatización mundial. ¿En dónde está nuestro poder de resistencia, de cuestionamiento, el derecho a dudar? ¿Es que  acaso hasta el instinto nos dejamos arrebatar?

A quién se le ocurre que puede haber hambruna en Venezuela, a causa del actual gobierno;  cuando salen aquellas tomas expuestas en cadenas internacionales, afines al capital, de docenas de mujeres galanas, bien nutridas, y con cierto sobrepeso, vestidas de blanco –como las Damas de Blanco en Cuba, o cuando la oligarquía latinoamericana sale a protestar buscando dar golpes de Estado a presidentes progresistas- cruzando la frontera hacia Colombia para comprar productos venezolanos que fueron robados en Venezuela y revendidos en Colombia,  por las parvadas que buscan desestabilizar al actual gobierno como parte del plan estratégico de la guerra económica contra Venezuela.
Hay necesidad, claro que sí, hay pobreza, también. Males de siglos no se pueden curar en meses ni en un lustro. Contra eso está trabajando el gobierno de Maduro, en erradicarla, a pesar de  los innumerables ataques en convoy de quienes buscan imponer un sistema neoliberal en el país, arremetiendo contra su propio pueblo y sacrificándolo con tal de lograr el beneficio para las corporaciones de unos cuántos.
Arremeten contra el sistema de salud, el de educación, contra la infraestructura, la agricultura, desde distintos frentes, al unísono, constantemente para hacer caer el sistema progresista implementado por Chávez. ¿Para qué? Para que se rebalsen las cuentas bancarias de quienes pretenden ponerlo a los pies del capital estadounidense y mundial: quienes odian Venezuela. Es una regla de tres sin mayor complicación. Se puede comprender en un parpadear, saltando cuerda o jugando avioncito (rayuela).  ¿Por qué nos cuesta tanto comprender lo simple?
Una persona que sufre hambruna presenta un cuadro clínico visible, ninguna de las personas que salen devanándose sobre su propia saliva, en entrevistas para medios internacionales de carácter capitalista la sufren. ¿Por qué los medios de comunicación que hablan de hambruna, no entrevistan a personas que pueden evidenciar con pruebas que ésta no existe a consecuencia del actual gobierno?
Ahora bien,  hablando propiamente de hambruna, ahí está Guatemala, El Salvador, Honduras, México, Haití, Colombia, como ejemplos claros de lo que hacen los gobiernos con su propio pueblo. La cantidad de personas que están muriendo por no tener qué comer, por no tener un sistema de salud que las atienda a tiempo. Por no tener un gobierno con un   sistema de carácter preventivo que invierta en lo  más urgente. ¿Por qué esas que sí son verdaderas crisis humanitarias no las ven los medios de comunicación mundial? Aquí mismo en Estados Unidos hay hambruna, mueren miles de personas que no tienen acceso al sistema de salud, que viven en la miseria. Que mueren de frío en invierno porque no tienen para pagar la calefacción.  ¿Qué dicen de eso las grandes corporaciones mediáticas de carácter empresarial? Lo callan.
No es tan difícil entender la razón de por qué las masas entorpecidas creen lo que dicen los noticieros, si tienen como referente a medios como Univisión, Telemundo, CNN en Español y El País  que  infestan Latinoamérica. Y la cuadrilla de medios nacionales creados por esa pandilla de empresarios oligarcas y las embajadas de Estados Unidos, con la única finalidad de convertir -como en la educación superior-  las mentes y el raciocinio en una masa amorfa, maniobrable a las órdenes de unos  cuántos truhanes que la manipulan.
"Fácil es hablar desde Estados Unidos, véngase a vivir a Venezuela" es lo común de quienes apoyan este tipo de intervención exterior, quienes no tienen identidad y claman por el fin de la dictadura de Maduro. Lo que no dicen es que son personas que viven en la comodidad de la clase media alta, de la burguesía y la oligarquía, que durante años se sirvieron del sistema  y que ahora están viendo cómo el pueblo que humillaron y marginaron tiene la oportunidad de vivir en dignidad. Acceso a la educación que les fue negada durante ciclos, un plato de comida en la mesa, techo, acceso a la salud. Una vida integral.
Personas con cuentas bancarias en el exterior, con lujos, vacaciones al exterior varias veces por año, que llegan a Estados Unidos a celebrar el 4 de julio como fiesta propia. Que tienen hasta tres empleadas domésticas y dos niñeras, y las visten de uniforme y las mandan a comer las sobras al patio, en platos que no deben revolver con los de la familia. A las que no les pagan un salario justo y obligan a trabajar a deshoras.  Este tipo de gente es la que está pidiendo la intervención estadounidense en el país. Que si vive en Estados Unidos dará su voto a Hillary Clinton para que lo haga.
Que si vive en Venezuela o en otro país del mundo, tienen empleados a los que explotan y discriminan. Y se ponen de alfombra y a las órdenes de cualquier extranjero que quiera destrozar Venezuela.
Este tipo de gente que no denuncia que en La Guajira, Colombia los niños mueren de hambre. O que en Haití los Cascos Azules de la ONU violan niñas, niños y mujeres  a cambio de una galleta. Que no denuncian que la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos realiza cacerías con los indocumentados. Que no denuncia que el gobierno de Peña Nieto está masacrando a su propia gente en un genocidio que desangra al país.  
Que no denuncia que Macri está regresando a  Argentina a la miseria de donde la sacaron Néstor y Cristina. Que Temer está implementando el sistema neoliberal en Brasil y está recortando políticas sociales de beneficio para las favelas, que tanto lucharon Lula y Dilma. Que en Guatemala continúan gobernando los militares que tienen al país temblando en una ola de violencia gubernamental que disfrazan de común.
Gente que no denuncia que el paramilitarismo en Colombia destroza a los más necesitados. Que en Guatemala salen embarazadas por violación más de 200 niñas al día. Que el triángulo norte de Centroamérica sufre una crisis humanitaria perenne, lo mismo que México: causa de un sistema neoliberal.  Que en México desaparecen docenas de personas al día, que los feminicidios tal como en Guatemala, El Salvador y Honduras son el pan nuestro de cada día.  Cabe preguntar, cuántos feminicidios al día vive Venezuela.
Ese sistema neoliberal que ellos quieren volver a implementar en Venezuela porque los beneficia  expresamente, porque excluye a las mayorías. Porque con esa mente colonizada, porque por su carácter racista y clasista, por su insensibilidad no tienen capacidad de ver las necesidades de los demás. Es éste el tipo de gente que pide el fin del gobierno de Maduro y lo llama dictadura porque éste significa una oportunidad para los parias, mismos que ellos utilizan como sirvientes. Piden que regrese Venezuela a los tiempos de las injerencias y los ecocidios, de la opresión policiaca, de la violencia militar. Quieren que Venezuela vuelva a ser tierra de saqueos y torturas, tierra de vasallos.
La próxima vez que nos digan que  Venezuela vive bajo una dictadura, que es urgente liberarla, pensemos en cómo vivimos en nuestros países y qué tipo de gobierno es que el escogimos. Y muy importante, pensar en la fuente de información, ¿qué tan confiables pueden ser ciertos  periodistas, artistas y  medios de comunicación afines al capital? ¿Qué hay en juego y por qué les importa tanto convencernos? ¿Por qué nos bombardean constantemente con  la crisis humanitaria en Venezuela y por qué no le dan la misma importancia a las verdaderas crisis humanitarias que se viven en otros países del continente? Al genocidio que se vive en México que es urgente.
Solo necesitamos un poquito de sentido común para no permitir que jueguen con nuestra inteligencia y dejar que la insulten. Necesitamos tan solo ser humanos. La próxima vez que pensemos en Venezuela, hagamos un ejercicio de raciocinio y permitámonos pensar por nosotros mismos, es nuestro absoluto derecho y es nuestra obligación defenderlo. Y cuando nos digan "Maduro es un dictador" pensemos en lo que tenemos como presidentes en nuestros países, y ya verán que muchos querrán tener un dictador como Maduro como presidente. No es cuento.
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/08/03/la-falacia-de-la-hambruna-en-venezuela/
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

03 de agosto de 2016, Estados Unidos.

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Ilka Oliva Corado.

Hace unos días hice limpia en mis redes sociales. A raíz de un comentario en apoyo a la comunidad LGBTI   salieron a relucir seguidores homofóbicos que no expresaron argumentos (¿qué argumento sería válido para justificar el odio a la diferencia y a la libertad?) sino que me cayeron encima con infinidad de insultos.  Que me decían que me quemaría en el infierno, que era una sucia, cocha, pervertida sexual.  Yo la tuve fácil porque solucioné el problema eliminando y bloqueando gente.

Pero la vida real no está en las redes sociales, ¿qué sucede con las agresiones verbales y físicas que sufrimos quienes somos parte de la comunidad LGBTI? ¿Qué sucede con la invisibilidad del sistema que nos niega los derechos que legítimamente nos corresponden? ¿Con los crímenes de odio? ¿Con la exclusión tanto en centros educativos como en los centros de trabajo? ¿Con la discriminación que está en las acciones más simples; como una mirada, un gesto? 

Nos critican por nuestro colorido al celebrar el Orgullo, realmente la gente común cree que se trata  de una especie de bacanal en el que se incluye todo tipo de drogas y variedad de orgías. Esta es la perspectiva de quienes ven a la comunidad LGBTI como la perversión de la raza humana.  

Pero el mes del Orgullo no es más que la conmemoración de eventos trágicos que sufrió la comunidad LGBTI en décadas pasadas (en ese tiempo LGBT). Los disturbios de Stonewall (28 de junio de 1969), en el barrio neoyorquino de Greenwich Village,  cuando la policía realizó redadas contra los manifestantes de la comunidad LGBTI que por primera vez exigían sus derechos en público y un alto la persecución policial que el gobierno ordenaba contra homosexuales. 

Por tratarse de Estados Unidos y un barrio neoyorquino esta noticia le dio la vuelta al mundo e hizo visible lo invisible hasta entonces. ¡Y aquí estamos, como hemos estado desde el inicio de los tiempos y somos legión! Eso es el desfile del Orgullo, una celebración, nuestro pronunciamiento, nuestro manifiesto como comunidad. 

Es una acción política en la que exigimos igualdad social, respeto a nuestros derechos, un alto a la homofobia y a los crímenes de odio. En donde nombramos a los mártires, en donde agradecemos a los ancestros por sus luchas que han abierto nuestro camino. En donde reafirmamos nuestra lucha para abrir caminos a las siguientes generaciones. 

Nuevamente 47 años después en Estados Unidos, la comunidad LGBTI sufre una embestida como la de Stonewall, en esta ocasión en un bar gay de Orlando, Florida, en la que un homofóbico abrió fuego matando a 50 personas e hiriendo a docenas. Por tratarse de Estados Unidos la noticia le ha dado al vuelta el mundo, y en consecuencia visibilizando a la comunidad LGBTI del mundo entero. 

A cumplirse un año de la Ley del Matrimonio Igualitario y un aniversario más del Mes del Orgullo Gay. Esto enluta los corazones de la comunidad LGBTI, pero nos debería enlutar a todos, como cualquier otra masacre que se realiza por cualquier razón en cualquier lugar del mundo.  Esto debería colocar al gabinete presidencial en una situación de emergencia y realizar enmiendas a la Ley de Armas, no es posible que cualquier  persona pueda comprar un arma como si de un chicle se tratara. 

Pero también en consecuencia llega hasta nuestros países, de sociedades con mentes patriarcales, misóginas y machistas. Y nos coloca frente al espejo y nos cuestiona, nos escupe en el rostro, ¿de qué estamos hechos los seres humanos? ¿En dónde está nuestra integridad, nuestra sensibilidad, el respeto que tanto profesamos y exigimos? ¿En dónde está lo que nos hace humanos? ¿En dónde está esa conciencia, ese ideal político que habla de derechos humanos para todos por igual? ¿Cuándo vamos a cambiar el sistema patriarcal que tanto daño nos hace a todos? ¿Cuándo vamos a condenar la homofobia y los crímenes de odio?  ¿Cuándo vamos a dejar de discriminar y atacar a quien es diferente y ha tenido los arrestos para atreverse a vivir en libertad?

Este texto no busca adentrarse en fundamentalismos ni análisis de ningún tipo, ya he escrito al respecto y seguiré escribiendo siempre, hoy este texto es para enviar un abrazo a la comunidad LGBTI del mundo entero, en nuestro mes, el mes del Orgullo.  Y para recordarles a los homofóbicos que discriminan y atacan y asesinan en crímenes de odio, que aquí estamos y que no nos vamos a ir a ningún lugar, ¡porque somos legión y tenemos el mismo derecho! Y que vendrán crías, millones de crías más, y que nos seguimos reproduciendo con la belleza de los jardines de multicolores, con el encanto del arcoíris, con la fecundidad que da el amor.

Y que seguiremos transformando este mundo, para volverlo más humano, más diverso, más fecundo, así se nos vaya la vida en ello.

Porque eso somos los LGBTI amor, amor puro y el amor no distingue de razas, credos, colores, géneros. El amor es del alma, el alma es esencia y los LGBTI hemos demostrado a través de los tiempos de qué estamos hechos. No será ahora que nos van a silenciar y exterminar. Somos como los girasoles: ¡seguimos viendo de frente al sol! Ése es nuestro Orgullo, ¡nuestra resistencia! Y sí, también aunque no les guste, ¡nuestra belleza singular! 

En el mes del Orgullo y siempre, ¡somos legión!

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/06/12/el-orgullo-de-nuestra-comunidad-lgbti/

12 de junio de 2016, Estados Unidos.