Ilka Oliva Corado.

Esta noticia está como para anunciarla al  mejor estilo de voceador de periódicos en avenida principal, ¡extra, extra, CICIG la mamá de los pollitos! ¡Extra, extra, no que no tronabas pistolita! ¡Extra, extra, qué  se quede la CICIG! ¡Extra, extra, la clica está en el Estado!

¿Alguna duda de por qué Otto Pérez Molina –y su banda criminal-  no quiere la continuidad de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala?

Siempre he estado segura que los seres extraordinarios se marchan en días aciagos,  de cielos encapotados llorando cántaros de lluvia. Don Eduardo Galeano se ha ido en un día así, hoy amaneció sollozando la niebla de la primavera estadounidense, despidiéndolo desde las primeras horas de la madrugada.

Nosotros los parias, los impronunciables, los de los lomos partidos durante siglos de explotación, nosotros los iletrados, los jornaleros. Nosotros obreros, campesinos y eternos proletarios nos hemos quedado huérfanos con la partida de don Eduardo.

En un total desamparo, sumidos en la densa oscuridad del desconsuelo, se fue el hombre que se atrevió a vernos a los ojos, que se atrevió a darnos un nombre, a caminar con nosotros y a cargar sobre sus hombros nuestra tribulación de clase social explotada por los tiranos.
Se ha ido un intelectual que siempre se sintió un peón de a pie y esa grandeza humana es la que lo hace inmortal, él transcendió los linderos de las clases sociales y de los cartones de universidad.
A don Eduardo lo lloran en estos momentos los intelectuales, los luchadores sociales, los seres justos y consecuentes, lo llora el exclusivo mundo de las editoriales, lo llora la poesía y la buena literatura.
Pero también lo lloramos los invisibles, los calvarios anclados en los pies de los jornaleros, lo lloran las manos de las niñas que piscan granos de café en las fincas ajenas, lo llora el  vientre materno que lleva en sus entrañas el fruto de una violación, lo llora el adolescente encarcelado por el único delito de ser de arrabal. Lo llora la chusma de periferia, lo lloramos los indocumentados, nosotros los del desarraigo.  Las putas, los homosexuales, los drogadictos, los fétidos revolucionarios de todos los tiempos.
Nosotros los necesitados de su luz, de su consecuencia y de su lealtad. De su pulso certero, de su palabra justa y de su dignidad. Nosotros los de la piocha y el machete, los de  la mazorca y el costal. Nosotros los apaleados, los engañados, los braceros, los que vivimos en los basureros, los que no tenemos permitido soñar. Nosotros los nadies.
Nosotros los de las  venas  rojas y fecundas, los del buen lomo para cargar. Nosotros los del agobio, los de la servidumbre. Los apátridas, los pestilentes a sencillez. La masa labradora, los agrestes y su caudal. Nos hemos quedado sin  El Bastión, sin el ser que nos dignificó.
¿Cómo llenar ese enorme vacío? ¿Cómo sobrevivir a tanta soledad? ¿Al infortunio a la esterilidad?
En la quimera nos queda el paradigma de un ser inmortal, la grata escuela, su fecundidad. Nos deja su semilla, su poesía y su libertad. Nos deja las ilusiones para continuar, nos deja su prosperidad.
Nos deja el elixir  de la locura, y la alegría de soñar. Nos deja la consecuencia de  un ser cabal. Una vereda para continuar. Nos deja la flor de cordillera, el canto de las chicharras, la trova y la oda, nos deja a las musas de los acantilados,  nos lo deja sin punto y final. Nos deja la vena abierta para no presagiar. Nos deja la puerta abierta y su claridad. Nos deja el amor profundo de la hermandad, el sentido de la solidaridad, nos deja en la eterna lucha de la equidad.  Nos deja su sinceridad, su hermosura su fidelidad.
Se va y lo despedidos desde los cerros, las barriadas, las grandes urbes, desde las maquilas, los campos de cultivos, desde las casitas de adobe, desde la calle de tierra. Desde los salones de universidad.
Buen viaje maestro se le va  a extrañar.

Abril 13 de 2015.
Estados Unidos

Crónicas de una Inquilina:

Dos atentados que ejemplifican a la perfección el descaro de humanidad que somos.  Es que ya ni a doble moral llegamos. Perdimos los escrúpulos. Para cuando fue el atentado a la revista francesa Charlie Hebdo,

miles se pronunciaron en todos los medios habidos y por haber, las redes sociales hervían, medio mundo dijo: ¡yo soy Charlie! Mientras que unos oraban, otros demostraban su apoyo a la mejor manera clasemediera: cambiando sus fotografías de perfil en las redes sociales y colocando una alusiva al atentado.

Multitudes del gremio periodístico dijeron: ¡yo soy Charlie!  Miles y miles de artículos se escribieron, artistas denunciaron el atentado. Con lo cual estoy absolutamente de acuerdo. Mi pregunta es, si esas multitudes de periodistas y de artistas y de hijos de vecinas  se pronunciaron tan dolidos por lo acontecido en Charlie Hebdo, ¿por qué guardan silencio y se hacen los desentendidos respecto a la masacre en  Kenia?

 ¿Qué tiene Charlie Hebdo que no tenga la Universidad de Garissa? ¿Es que acaso unas vidas son más importantes que otras? ¿Qué papel juega el racismo en esto? ¿En dónde está ese periodismo ético y humano que guarda silencio ante semejante atentado? ¿Por qué aquellos que dijeron yo soy Charlie, no se sienten Kenia? 

Por qué ese periodismo serio y comprometido que apoyó la marcha de la hipocresía en Francia, no se ha pronunciado ante la Acción Ejecutiva de Obama en donde acusa  a Venezuela de ser un peligro para la seguridad estadounidense. ¿No es Venezuela un país digno acaso? ¿Qué tiene Francia que no tenga Venezuela? ¿O aquí  la movida es la de defender intereses capitalistas a costa de nuestra propia ética? 

¿Por qué esos miles de periodistas alrededor del mundo que llenaron sus columnas de opinión en idolatrías a "San Obama" por su mofa de Acción Ejecutiva que beneficiaría a una minoría de migrantes en Estados Unidos, no se pronuncia hoy que estratégicamente fue cancelada?  ¿Por qué no dicen ni pío con el Plan Frontera Sur y el Maya-Chortí que criminaliza a los migrantes en tránsito? ¿Es que acaso no vale la vida de un migrante indocumentado? 

¿Por qué ese exclusivo gremio periodístico que hace gala de sus títulos y de su intelectualidad aún sigue guardando silencio y solapa  el horror que se vive en Siria? ¿Por qué no  le cuentan al mundo de la loable labor de los médicos cubanos atacando el ébola en África? ¿Cuál es el resquemor que le tienen a Cuba? 

Por qué ese periodismo respetable no denuncia ante el   mundo lo que acontece con la comunidad afro descendiente en Estados Unidos, la forma en que la autoridad del Ku Klux Klan asesina y tortura a cualquier negro por el delito de ser negro. ¿Por qué en tema de Derechos Humanos no se cuestiona a Obama la forma en que disimula y tolera este tipo de agresiones? 

¿En qué momento dejamos de ser humanos para convertirnos en piltrafas, en marionetas del despotismo? ¿Por qué el mundo llora a Charlie Hebdo pero no  las masacres de  migrantes en tránsito,  esa migración forzada de África a Europa y de Centroamérica a Estados Unidos?  ¿Por qué nos duele tanto el Holocausto pero no los feminicidios ni la trata de niñas para explotación sexual, tortura y tráfico de órganos? ¿Acaso seguimos siendo las mujeres invisibles a los Derechos Humanos? ¿Por qué el secuestro de 85 niñas en Nigeria les viene del norte a la mayoría de seres "consecuentes" con la vida? 

¿Por qué la sociedad se pone de cabeza para averiguar de qué color es un vestido, pero ni se mosquea con los miles de niños que mueren de hambruna alrededor del mundo?  

¿En dónde está nuestro amor como humanidad? ¿A qué vertedero tiramos la conciencia? ¿Por cuánto vendimos nuestra dignidad? ¿Nuestro derecho a dudar? ¿Qué es lo que estamos esperando, qué nos toque de cerca? ¿Qué nos vuelva a tocar de cerca? ¿O es que acaso somos tan soñadores para jurar que eso nunca nos sucederá a nosotros? Y si así fuera, el dolor de otro ser humano debe ser también el nuestro. 

De Charlie Hebdo hasta Kenia, existen mares de aguas negras.  Decimos, yo soy Charlie, pero no queremos ser los niños que viven buscando comida en los vertederos en nuestros países.  No queremos ser el campesino que defiende la tierra de la amenaza capitalista. No somos el defensor de Derechos Humanos que arriesga su vida todos los días a todas horas. No somos la niña que es abusada constantemente y tampoco somos las adolescentes embarazadas a causa...

Claro, pero sí somos Charlie. Nuestra dignidad está con Charlie. ¿Por qué no está con los adultos mayores que mueren de hambre  y de frío en las calles de nuestros países? ¿Por qué no somos el docente que es reprimido por el gobierno cuando exige sus derechos? ¿Por qué no somos la mujer a la que la iglesia y el estado le niega su derecho legítimo al aborto? 

En lo dicho: de Charlie Hebdo hasta Kenia hay mares de aguas negras. Esos desagües somos cada uno de nosotros. Esa es nuestra contribución a la sociedad. ¿Qué tal si en lugar de deforestar o ser espectadores de la deforestación que hacen otros, actuamos y forestamos? Todo es rescatable si es el amor, la conciencia y la justicia los que nos mueven a hacerlo.

 

Posdata: #ObamaDerogaElDecretoYa. 

Ilka Oliva Corado

Abril 11 de 2015.

Estados Unidos.

Acaba de morir uno de los grandes escritores de América Latina, Eduardo Galeano. Nacido en 1940 en Montevideo se destacó como periodista, colaboró en los más importantes diarios de su país y de América y publicó un libro esencial para la memoria histórica de nuestro continente: "Las venas abiertas de América Latina.

Óscar Oliva


 

No hay límites para el país del crimen.

No hay nombre para el país del crimen.

No hay país con nombres del crimen.

No hay crímenes para el país del crimen.